25 septiembre 2014

A la espera del "gallardonazo" de Sonia Castedo.

Si no me fallan los cálculos conocí a Sonia Castedo hace ahora 17 años. Yo empezaba a trabajar en la ciudad de Alicante como periodista y ella estaba ya en el gabinete de prensa del Ayuntamiento de la ciudad. No recuerdo exactamente si entró como becaria, o ya venia con ínfulas de aforada. Poco importa sus inicios, sólo decir que el ascenso en pocos años fue meteórico. Seis años después , al cobijo del ex-alcalde Luis Diaz Alperi , ya estaba como edil de la concejalía más golosa de toda consistorio, la de Urbanismo. Y desde ahí a la alcaldía. Todo un título, no de méritos egregios, pero si de presuntos pingües beneficios. Y durante esa carrera fulgurante, yo nunca he dejado de sorprenderme.

Pero lo que más me apabulla es su fortaleza a lo Juana de Arco. Aunque de la heroína no copió sus dotes de estratega, ya que por el camino más de un mega-plan se le ha caído. Aunque en realidad, esa fortaleza, ese enroque, esconde una pataleta infantil llevada a sus últimas consecuencias. Hasta el límite. Hasta caminar de puntillas haciendo equilibrios por encima de la linea roja de Alberto Fabra.

Pero parece que el PP no quiere mentar la bicha. Nada sobre dimisiones, Nada sobre futuros candidatos. Que esté imputada en un segundo caso por presunta corrupción urbanística, y que sus conversaciones con Enrique Ortiz saquen los colores al más espabilado, no parece tener mucho calado. Nadie de su partido le ha pedido nada. Apenas tímidas insinuaciones. Suaves indirectas.

Dicen que el ayuntamiento sigue funcionando ( el ayuntamiento puede que si, la ciudad está abandonada) y que los tambores de dimisión no se oyen ni pegando la oreja al suelo. Parece que esperan a que caiga la fruta madura. A que haga un "Gallardonazo".

Pero a siete meses de las elecciones municipales el mercurio del termómetro electoral sufre lo que en química llaman una dilatación lineal. Es decir, que al calentarse el ambiente, se expande. Eso le pasa a la alcaldesa, que con lo que le viene encima, se crece. Debe ser que como buena gallega, al mal tiempo le pone buena cara. Me alegro por ella. Yo, estaría de los nervios. Aunque, superado el haber salido en la foto de la fiesta del pijama, "brugales" 
a mi.

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