28 agosto 2012

Un "abuelito", un deseo

Los de nuestra generación todavía somos afortunados. Aunque la mayoría hemos crecido en ciudades o pueblos grandes, tenemos o hemos tenido , por "h" o por "b",  mucha conexión con el campo y la montaña. Hemos subido a árboles, hemos robado mandarinas por los caminos, nos hemos hecho una cabaña con cuatro cañas, hemos coleccionado bichos, hemos alimentado gusanos de seda. Mil historias relacionadas con el mundo natural, y concretamente, con el animal.

Todo esto me viene a la cabeza por un descubrimiento que me ha dejado pensando. Yo sé, que según el lugar, el pueblo, o la lengua, los bichos tienen nombre diferentes: una mariquita, un revolta-campanes, un pelotero, unes tisoretes, etc. Lo  mismo pasa con flores y plantas. La imaginación muchas veces bautiza todo lo que vamos descubriendo a lo largo de nuestro curso escolar perenne, que viene a ser la vida misma. Todo esto viene a colación por un descubrimiento que hago a los "tantatantos". 

¿Os acordáis de los abuelitos? Esas pelusas blancas en forma de pompón que aparecen volando por el campo. Entonces echábamos a correr detrás de ellas para soplarlas y pedir un deseo. Yo las conozco como “abuelitos". Si soplabas y volaban, el deseo se cumplía, si soplabas e iban hacia el suelo, el deseo fracasaba. En eso nos divertíamos. Bien pues como decía , ahora ya mayor, me entero de donde vienen los abuelitos. Vienen de las pencas,  de la planta de las pencas, lo que por el norte y el centro de la península llaman cardos. Lo descubrí el otro día viendo los botes de semillas de mi padre.

Seguramente no me había preguntado nunca de donde salían aquellas misteriosas cosas (no eran flores propiamente dichas, ni plantas, ni bichos) , o tal vez las interferencias urbanitas me despistaban de mi aprendizaje,  y en realidad es algo que todos sabéis. En fin, para mi ha sido una sorpresa, mira tú.
Lo que es cierto es que todavía hoy creo en esa tontería. Veo un “abuelito” y allá que voy a soplarlo. En el fondo,  no dejamos escapar al niño que llevamos dentro. Y eso debe ser bueno. Más en los tiempos que corren.


26 agosto 2012

Eva Cortés y Miguel Poveda: C'est si bon



Para finalizar esta semana os dejo un caramelito. Una canción que cantaba Charles Aznavour, arreglada ahora para  Eva Cortés, una de las "jazz vocal" más activas de nuestro panorama, y el increible Miguel Poveda, que igual le da el flamenco puro que la poesia catalana. El puede con todo.

22 agosto 2012

Al cine una tarde de verano: Café de Flore


Dos historias de amor. Dos tiempos distintos. Dos almas gemelas. Y una misma canción. Así se micro-resume Café de Flore, una producción franco-canadiense que es una de las películas que más me han gustado de lo que llevamos de tórrido y cinematográfico verano. 

También tengo que decir que no es una película redonda por el final, pero seria injusto penalizarla cuando la película está llena de aciertos y gratificaciones.  Empezando por la música.
 
La película lleva el título de la canción principal, Café de Flore, compuesto por Matthew Herbert en los 60. Es el tema que oyen la madre y el hijo, protagonistas de una de las historias. Una remezcla de esa misma pieza musical es lo que pincha un afamado disc-jockey , protagonista de la segunda historia. Luego hay temas de de bandas como Pink  Floid , hay clásicos franceses, hay folk, música electrónica...Es el ritmo de todo este babel musical el que va acompañando los sucesos de estas dos historias.
París y Montreal son los dos escenarios elegidos por el director canadiense Jean-Marc Vallé (C.R.A.C.Y.) para situar estas dos historias de amor: el que siente Jacqueline (Vanessa Paradis) por su hijo con síndrome de Down, y el de Antoine (Kevin Parent), un triunfador de la vida que parece tenerlo todo.
¿Existen o no existen las almas gemelas? , es más, ¿se puede tener una alma gemela en otra vida?

21 agosto 2012

Léelo antes de que llegue la peli : Vida de Pi

Cuando me regalaron Vida de Pi, de Yann Martel me hizo mucha gracia por el título, ya que mis amigas me llaman Pi. Pero además me llegaba por una doble recomendación "boca-oreja", así que lo cogí con ganas. Y por si fuera poco la historia ya de por si seduce desde el principio.

Pi Pattel es un joven que vive en India, su padre es el propietario del zoológico de la ciudad pero deciden emigar a Canadá y procurarse una vida mejor con la venta de los animales. Tras complejos trámites, la familia Pattel inicia una travesía que acabará en naufragio. Pi tendrá que echar mano del ingenio para sobrevivir mientras tendrá que defender su liderazgo frente al único otro superviviente, un tigre.

Ya os digo, la novela es imaginativa y promete desde el mismo principio, cuando el autor aclara el origen de la historia. Además es un libro lleno de reflexiones sobre la vida y el mundo, sobre la superación y el liderazgo, sobre la religión y hasta sobre el mundo animal.
Además el final está a la altura del resto. Muy recomendable. De los que enganchan. Tengo ganas de ver la peli que han basado en la novela, la dirige Ang Lee (Comer, beber, amar y El banquete de bodas) y aquí se estrenará en diciembre.  

20 agosto 2012

Veraneo en un pueblo italiano al pie de la montaña. Última entrega.



El valle del Comino donde he pasado estas últimas vacaciones pertenece a una región mucho más amplia que se llama La Ciociaria. Pues resulta que hay una película italiana de Vittorio de Sica que se llama La Ciociara, lo que pasa es que a España llegó con el título de Dos mujeres. Es esa peli que le valió el primer Oscar a una impresionante Sofia Loren. Es un peliculón sobre una madre y una hija que intentan llegar a Roma durante el avance de las tropas aliadas. Se refugian en una iglesia y son violadas por soldados marroquíes de las tropas coloniales francesas. No hay ningún plano de la consumación de la violación , pero la secuencia es “magníficamente” aterradora. 


Pues resulta que esta historia seguramente es real y pasó en unos de estos pueblos. De hecho, De Sica es de Sora, una de las localidades de este valle. Y por aquí alemanes y franceses hicieron de las suyas.
Bueno, que me voy de la historia y hay que subir montaña. Subimos hasta el Parque Nacional del Abruzzo que tiene parte también en el Lazio. Es una parque natural de montaña donde hay osos, lobos y linces. Evidentemente no vimos ninguno. Pero cogimos bicicletas y caminamos. 

Y ya por la tarde visitamos un precioso pueblo llamado Pescasseroli.  Me recordó Bariloche y Villa Angostura en la Patagonia. Y es que el mundo a veces da la vuelta sin pedirnos permiso. Quiero imaginar que Marco llegó a Argentina y vivió en unos de estos pueblos que tanto le recordaran a sus Apeninos italianos. Yo espero repetir y dejarme caer de nuevo, tanto en los Apeninos, como en los Andes.


19 agosto 2012

Veraneo en un pueblo (italiano) al pie de la montaña. 2ª parte.



El valle del Comino está rodeado de montañas ( los Apeninos). No sé si el Marco de nuestros dibujos animados, que tanto nos hizo llorar, era de por aquí , pero seguramente, porque ésta es una tierra de emigrantes. Gente que  desde el siglo XIX no ha aparado de moverse por Europa y América para ganarse el pan. Por eso cuando llega agosto cada uno de estos pueblecitos (Villalatina, Casalattico, Sora, Atina, Picinisco, etc) triplican su población con irlandeses o escoceses que vuelven al pueblo de sus padres y abuelos. Esto da origen a las fiestas que alrededor del 15 de agosto (el ferroagosto) se celebran por estos pagos. La Irish fest de  o la Scottish fest de Villalatina. El inglés y los “fish and chips”  (es el negocio de muchos de estos italianos allí)  se adueñan de estas calles. Se hacen fiestas con música en la calle y la Moretti o la Peroni dejan sitio a las Guiness por unos días. 

Pero la cultura y tradición del Lazio italiano no se deja arrinconar y nos ha dejado demostraciones tan auténticas como el Festival de la Zampogna de Villalatina, una ocasión para escuchar las gaitas típicas de la zona, algo así como la música del gallego Carlos Núñez, y por extensión, el Folk de la región. Valses y mazurcas para bailar en las noches de agosto. Por cierto, noches a 19 y 20 grados.

Otra ocasión auténtica y genuina son las ferias del vino, la "sagra" que llaman ellos. La Sagra del Vino de Atina (CatinAtica) o la sagra del cabernet de Gallinaro. 

  Esta última un acontecimiento que si no van cuidado se convertirá en otra "Tomatina".  Vas por la calle visitando todas las cantinas que son las mini-bodegas, o mejor dicho la micro-producciones de vino local de los vecinos. Abren las puertas de sus casas para dar a probar su vino. Sólo has de pagar 7 euros para que te den una copa que has de guardar para ir pidiendo vino por todas las cantinas de manera gratuita. Las calles van abarrotadas de gente con la copa en la mano, cantando y bebiendo. Como en España, aquí todo va acompañado de su vertiente gastronómica. Hay puestos en las calles donde comer pizza con mortadela (cualquier parecido con nuestra pizza es pura coincidencia) , gnocchi al tartufo (trufa), polenta o pasta e fagioli.
Mi hermana y mi cuñado tienen la suerte de dejarse caer por allí todos los años. Yo espero repetir.


Veraneo en un pueblo (italiano) al pie de la montaña. 1ª parte.


Este verano seguro que habéis visto un spot televisivo de Aquarius donde se invita a pasar el verano en un pueblo. Con la crisis este modo vacacional "all inclusive" se ha vuelto a poner de moda. Cuando vivíamos por encima de nuestras posibilidades (unos mas que otros) íbamos a Cancún y a Nueva York, ahora Peralejos de las Truchas (Guadalajara) es un destino "top ten".    
 
Así que yo, malacostumbrada a lagarme a otro continente en busca de aventuras y nuevas civilizaciones , me he ido a un pueblo a redescubrir la civilización del dolce far niente. Pero no he ido al mío. No. Que por cierto es donde veranean millones de personas. Me he ido al de la madre de mi cuñado, es decir, la "nonna" de mis sobrinos. Un pueblo italiano llamado Villalatina que está en el Lazio, en plena montaña, en el valle del Comino. A una hora larga de Roma y una hora corta de Nápoles.
¿Y que he hecho yo en un pueblo italiano? Dormir, comer, pasear, volver a comer, y volver a dormir, básicamente. Es decir, las típicas vacaciones rurales estilo mediterráneo. Tan rural como que hay que lavar la ropa en el lavadero de la fuente, tan de pueblo, como que los funerales se anuncian con carteles en los paneles municipales de los caminos, tan casero, como que vecinos y familiares te traen parte de sus cosechas de tomates, patatas o vino. Tan adorablemente campestre como que el heladero artesano (de unos 80 años) pasa con la furgoneta a venderte el helado a la puerta de tu casa. 

 Pero todavía hay más cosas en positivo: la desconexión. Esclavos ya de las redes sociales, del ordenador y del teléfono, es un gusto desconectar del mundo exterior. En el pueblo solo teníamos “wifi” en el bar, por tanto las noticias me han llegado dosificadas y con ese extraña caducidad que produce el no estar conectado perennemente. Esto corrobora que aquí el tiempo tiene otro ritmo. El reloj se desacelera y entramos en un “stand by” cómodo y amodorrador.

01 agosto 2012

Memento Mori

Cuando has sufrido mucho en la vida, cada dolor adicional es tan intolerable como insignificante. Mi vida es como un cuadro memento mori del arte europeo: siempre aparece una calavera sonriente a mi lado para que nunca me olvide de la locura de la ambición humana. Yo me burlo de la calavera. La miro y le digo: "Te has equivocado de hombre. Tú quizás no creas en la vida , pero yo no creo en la muerte. !Aire!". La calavera se ríe y se me acerca todavía más, pero tampoco me sorprende. La razón por la que la muerte se aferra tanto a la vida  no  tiene nada que ver con una necesidad biológica ; lo hace por envidia pura. La vida es tan bella que la muerte se ha enamorado de ella, un amor tan celoso y posesivo que agarra todo cuanto puede. Pero la vida salta por encima de la muerte con facilidad y en el fondo, lo poco que pierde carece de importancia -como el cuerpo, por ejemplo- y la melancolía no es más que la sombra de una nube pasajera.

Vida de Pi. Yann Martel (Ed.Destino)