27 diciembre 2011

Una de cine mudo en el 2011

Estos experimentos a veces salen bien y a veces salen mal. Al director francés Michel Hazanavicius le ha salido bordado. Y no será por falta de riesgo: una película en blanco y negro y muda. Ahí es nada. Que el espectador aguante un largo de 100 minutos con estas características en el tiempo de las 3D es todo un logro. Y es que cuando hay amor al cine y oficio no se puede errar. Es el caso de esta película francesa, The artist . Un precioso homenaje al cine que cuenta sin palabras la historia de uno de los momentos más revolucionarios de la historia del séptimo arte: el paso del cine mudo al sonoro, y con él la debacle de muchos actores incapaces de superar el reto. Esta preciosamente ambientada en los últimos años 20, tiene una fotografía excelente, un montaje impecable, una banda sonora de las del Hollywood de los años dorados ( la música evidentemente habla cuando no hay voz), y unos protagonistas donde destaca el posible Oscar de Jean Dujardin, la pizpireta Bérénice Bejo y el perro, fundamental en la historia. Y secundarios como John Goodman y James Cromwell. El guión no es nada original, pero es lo de menos en esta película. Fiel al cine de la época, narra las vicisitudes de la recién parida industria cinematográfica, tiene trama romántica y drama existencial. Y vuelvo a repetir, sin una palabra. Por último destacar dos escenas magistrales: el momento romántico de la protagonista con el smoking de él, y el sueño “sonoro” de Dujardin. Para verla, evidentemente, en pantalla grande.

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