15 octubre 2006

Cuaderno patagónico VIII



Décimo dia y ya estamos en la mitad geografica de nuestro viaje. Nos dirijimos hacia El Chalten, la capital mundial del trekking. La carretera vuelve a ser la ruta 40. Ripio por delante, guanacos y liebres a ambos lados y como viandas para el camino,unas empanadas argentinas para el recuerdo. En la carretera, otra vez solos. Hemos calculado que en estos diez dias que llevamos nos habremos cruzado con un máximo de veinte coches. Es alucinante la inmensidad y la solitud de estos paisajes. El viento patagónico barre la estepa y con él se lleva toda posibilidad de asentamiento humano. Pero estas condiciones extremas hacen del lugar un enclave mágico. En la estepa la amplitud termica es brutal. En su verano pasan de 28 grados por la mañana, a cero por la noche. !La pucha!
Nos acercamos a El Chalten (montaña que humea) y el dia ha querido ser esplendido con nosotros. A lo lejos se puede ver ya las agujas del cerro Torre y el Fitz Roy. Aqui la visibilidad la mayoria del año no da tregua. Son muchos los escaladores y caminantes que vienen y tienen que marchar sin poder ver la imponente figura de estas montañas. Los dias claros aquí son un regalo de la Naturaleza. Delante de mi tengo un electrocardiograma andino. Una cadena de montañas nevadas con las majestuosas moles del Fitz Roy marcando el punto máximo. Detrás de ellas se deja asomar el campo de hielo patagónico sur.

2 comentarios :

Alex Carcelén dijo...

Així que és veritat que estàs allí!

Anónimo dijo...

Quin conjuntet més mono el de la foto.Tu saps que apanyà i que ben equipada que vas! Segur que no és un fotomuntatge? Pq des que eres la reina de la informàtica jo ja no sé si fiar-me, que segur que ja has aprés tots els secrets del photoshop!